EL PUENTAZGO
La recompensa mejor que puede tener un investigador en el apartado de etnología, es la de conseguir datos nuevos para sus trabajos, y con ellos confeccionar relatos e historias que, como en esta que voy a contar, puedas ofrecerlas con todo lujo de detalles, espero que os guste, como veréis aprovecho el artículo de el “llibré”, aunque he introducido algún que otro dato más, por ser este espacio menos limitado.
Nos situamos a finales de 1867; Joaquín Peiret, casado con Antonia Ballarín, eran propietarios de casa Pedro Torres: casa que desde hacía muchos años era la encargada de cobrar el derecho a paso o puentazgo en la palanca de madera, sobre pilastras de piedra situada en el río Albo; y la palanca de Aiguasalenz,de parecida construcción, ambas en la vía principal de comunicación entre Barbastro y Benasque, para todo tipo de carruajes, caballerías y ganado.
Este impuesto era el principal recurso del ayuntamiento de Campo (junto a los derechos de las ferias) para conformar el presupuesto municipal, que para 1868 estaban previstos 10.840 reales de vellón.
Como cada año, el puentazgo salía a subasta pública, una subasta que todos los años carecía de subasteros. Seguramente, esta carencia se debía a la forma: pues a final del 1867, el subastero adjudicado debía pagar el importe ofertado para 1868; este requisito exigía un alto grado de solvencia económica para cubrir los 8.150 reales de vellón que se habían estipulado para ese año.
Casa Pedro Torres llevaba muchos años recaudando dicho impuesto y no le debería ir nada mal; pues los padres de Joaquín (Joaquín Peiret y Josefa Torres) adquirieron las fincas de Refogons y las Canals en 1827 y 1834 respectivamente, aumentando sensiblemente su patrimonio. Éste pudo ser el posible motivo para que en 1835 Joaquín Peiret estuviese de segundo Regidor de la Villa de Campo, dada la exigencia que había en esos años de tener que ser propietario de un patrimonio notable para formar parte del concejo.
En el año 1868, a primeros de abril, en una primavera muy lluviosa, por lo que al igual el Ésera que el Rialbo bajaban embravecidos (debido al agua caída y al deshielo de las montañas tras un invierno de cotas no acostumbradas de nieve).
Una noche de intensa lluvia, subieron tanto los niveles de agua que las palancas de Aiguasalenz y el Rialbo fueron arrastradas y destruidas por las aguas. Con ellas se fueron todas las posibilidades de recuperar la inversión, ante el desespero de Joaquín y Antonia.
La casa que hasta esta fecha había tenido un medio de vida independiente, además de gozar de la citada solvencia económica, se quedaba de la noche a la mañana sin trabajo ni posibilidad de recuperar los 8150 reales de vellón. Esta situación les llevó, como veremos, a tener que vender alguna finca y parte de la casa que hasta ahora les resultaba holgada.
Joaquín Peiret, se pone a trabajar con la ayuda de varios vecinos, procurando reparar los daños, que son muchos en los pasos citados, consiguiendo tenerlos reparados en agosto de 1868. En casa Pedro Torres, ya dan por sentado que las ganancias de este año se las ha llevado el río, más confían en recuperar parte de lo perdido en los cinco meses que restan para terminar el contrato con el Ayuntamiento de Campo.
Joaquín y los varios vecinos que le ayudaron han trabajado duro y con premura, en casa Pedro Torres están esperanzados, sabedores que en lo que resta de verano y la feria de octubre, esperan y confían tener mucho transito en los dos puentes, lo mismo de personas que de ganado (en aquellos años la feria de Campo era además de importante, muy concurrida) y con el dinero que consigan poder recuperar, por lo menos los gastos que ha conllevado la rápida reparación de los puentes.
Mas como las desgracias nunca vienen solas, la instauración de la primera República Española no favorecerá en nada los intereses de casa Pedro Torres, tirando al traste las perspectivas de recuperación económica, con el decreto de abolición del impuesto del puentazgo, entre otros (por parte de la República), que como sabemos era el único recurso económico de la citada casa con el agravante de que la esperada feria estaría ese año liberada de impuestos.
Transcribo el comunicado: Boletín Oficial de la Provincia de Huesca con fecha 02-10-1868 (BOH nº1 De la junta Revolucionaria); con el siguiente Manifiesto:
“Alto Aragoneses: no tenemos necesidad de encareceros los grandes hechos de nuestros antepasados, ni tampoco de repetir que el Alto Aragón ha sido el más firme baluarte de la libertad.
La Junta elegida por unánime voluntad del pueblo, confiando en vuestro patriotismo, segura de la sensatez de toda la provincia, y dejando días felices para ella, cree llegado el caso de obrar y no hablar. Grandes y magníficas promesas se nos han venido haciendo en tiempos pasados, sin que el pueblo, que ha prodigado su sangre, haya recaudado fruto alguno.
Hoy acabamos de llevar a cabo la más grande de las revoluciones; muy justo y necesario es que el pueblo que tanto ha contribuido, disfrute desde luego de sus ventajas. Alto Aragoneses: la contribución de consumos, esa contribución que gravita principalmente sobre los artículos de primera necesidad es el mayor de los baldones que hemos venido sufriendo. Las trabas impuestas al libre tráfico con los pontazgos, portazgos y barcajes, es también otra de las contribuciones indirectas que paralizan nuestro comercio y merman nuestra riqueza.
Los trámites complicadísimos de nuestra administración, hijos fatales de la fatalísima centralización que nos ahogaba, exigen también reformas radicales. Persuadida esta junta revolucionaria de la necesidad imperiosa de poner coto a estos y otros mil males de que seguirá ocupándose.
En nombre del Pueblo Soberano decreta
Artículo 1º: queda abolida la contribución de consumos y derechos de puertas
Artículo 2º: quedan abolidos así mismo los portazgos, pontazgos y barcajes y cédulas de vecindad. La Junta tomará sus disposiciones para que desde luego sea el tráfico completamente libre
Artículo 3º: quedan separados de sus destinos todos los empleados de Fomento, Hacienda y Gobernación. La Junta regularizará la marcha definitiva de estos negociados. Los empleados en estos mismos ramos que funcionan fuera de la Capital continuarán en sus puestos hasta que disponga esta Junta, con la que se entenderán directamente. Alto Aragoneses “patriotismo y libertad”. La Junta que atenderá a todos y a todos respetará por sus opiniones, está dispuesta a castigar con el mayor rigor y sin contemplación alguna a quien delinquiese. Alto Aragoneses, sea nuestro lema abajo los Borbones, viva la Libertad, viva la Soberanía Nacional
Presidente: Alejandro Laguna. Vicepresidente: Rafael Montestruc. Vocales: Miguel Galindo, Evaristo Lacambra, Pedro Sopena, José Ferrer, José Laguna, Nicolás Escuer, Benito López, Manuel Fortuño, Juan Otal. Secretario: Antonio Torres Solano.”
El año 1868, en casa Pedro Torres será recordado como el peor año, en cuestión económica, ya que los gastos soportados para poner en uso los puentes, agravarán la irrecuperable inversión que pagaron a finales de 1867 para la concesión de cobro del “puentazgo”, impuesto de derecho al paso por los puentes, como ya se ha dicho.
Cosme Castán
LA CASA ANDRÉS
Gracias a mi amigo Eugenio López, puedo documentar una casa de Campo, poco conocida hoy, seguramente por el tiempo y años pasados desde que dejó de estar habitada, para esto, en primer lugar voy a utilizar la documentación facilitada por Eugenio López Malo, y en especial su artículo titulado
GRAUSINOS DE AYER: “Andresón”
Si alguna vez os han contado una historieta en la que aparece algún personaje al que se le atribuyen ciertas condiciones singulares, lo habitual es pensar que esa figura, realmente no existió: “De la Posada Ducay (hoy hotel López) saliva la tartana con el correo, viajeros y algún que otro viajante a tirá la milorcha, que llegaba hasta Campo y que feva muchos años la conduciba Andresón.
Pero Andresón, que se coló silenciosamente en la historia de Juanón, aparecida en el nº 1 de “El Fogaril”, fue un personaje de carne y hueso, con nombre y apellidos, que nació en Puicinca en 1848.
ANDRES LOPEZ VIDALLER era hijo de José López Arasanz y de Vicenta Vidaller Brualla. Nació en una casa documentada en Puicinca al menos desde cien años antes y de antaño emparentada con familias de Sobrarbe y la Ribagorza. Casó, ya mayor, con Florentina Raso, con quién no tuvo descendencia.
Su vida transcurrió a la sombra de sus dos hermanos: Vicente, fundador del Café de López de Graus y de José, que echó sus raíces en Campo desde donde fue el primer promotor del manantial de “Las Vilas del Turbón” y que entre otros diversos negocios llegó a gestionar el correo entre Barbastro y Benasque, dando trabajo durante muchos años a Andrés.
No se le conoce domicilio propio hasta que hacia 1900 aparece en Graus. Entre 1910 y 1918 se le localiza en “El Mesón de Argoné” cerca de Campo, donde, según reza en su tarjeta, facilitaba “Servicio permanente de carruajes y comida”. El Mesón de Argoné era un punto clave en las comunicaciones de la zona, pues además de mesón, era el lugar donde se efectuaba el cambio de los tiros de caballerías de las diligencias procedentes o con destino a Benasque. En 1913 aparece en el amillaramiento de Campo, donde consta como propietario de un caballo, un asno y 20 cabras. En 1922, una vez fallecido su hermano José y finalizado el contrato de “bagajes” (correo) que le ataba a Argoné, fue a parar a Besians, bajando finalmente a Graus donde se retira.
De hecho su vida giró siempre alrededor de su oficio “Conductor de Carruajes” tal y como consta en el censo de 1900. “Desde el pescante de la tartana feba chillá el llátigo espabilan a la reata, llaman a las bestias por su nombre y dan gritos al aire…”. El trayecto que realizaba era entre Graus y Campo, aunque durante una época llegó a llevar el correo hasta El Run.
Fue efectivamente un personaje muy singular: “Cuan se enfadaba pegaba unas aventadas que espantaba a la chen,, y arremeteba lo mismo que un cocho cuan le estiran la coda”. Cuentan que cuando tenía más pasaje que sitio en los bancos del carruaje, los hacía sentar al grito de “Un, dos, tres” y el que no espabilaba, o se quedaba de pie todo el trayecto…o tenía que esperar hasta otro día para emprender viaje.
No llevaba carga, solo pasajeros y correo. Dicen que en la montaña se leían los diarios con dos días de retraso, pero era igual, las noticias valían lo mismo.
Antes de salir, repasaba cuidadosamente el estado de las ruedas, en previsión de incidentes.
En una ocasión, después de haber comido y bebido copiosamente y envuelto en el correspondiente sopor, salió de Graus hacia Campo, sin viajeros, solo con el correo, quedándose dormido en el pescante del carruaje, antes de llegar al Puente de Hierro. El tiro que conocía el camino de memoria, sin saber porqué razón, enfiló en dirección a Laguarres. Cuando Andresón se dio cuenta, había transcurrido mucho tiempo, por lo que ante el temor de la bronca que le caería de su hermano José si llegaba tarde, apretó de tal manera a la caballería, que aun pudo llegar a Campo cerca de la hora habitual: “Dan gritos al aire teniba toda la facha impresionante de un viejo cosaco…” Pero al entrar en la población cayó muerto el caballo, por el esfuerzo realizado.
Mi tío-bisabuelo Andrés, falleció en la calle Santa Ana nº 4 de Graus el 24-11-1936 con 88 años de edad… todo un record para la época…, en casa de su ahijado “Angelito”, como él también conductor de carruajes, digo… de automóviles, que hicieron durante muchos años el servicio de taxi entre Graus y Barcelona.
EL SASTRE BARASONA
(Este seudónimo lo utiliza Eugenio López en sus escritos)
Nota del autor: Las frases en cursiva están extraídas del articulo “Grausinos de Ayer: Juanón” editado en el nº 1 de “El Fogaril”, sobre un texto de Tonón de Baldomera para el Llibrez de 1968.