: Lugar fronterizo del Condado de Ribagorza, sobre la margen derecha del Ésera. También conocido en la antigüedad como "Relaspé" y "Rolaspé", además de todas sus posibilidades de corrupción fonética: Rolespé, Ralespé, etc. Lo mencionan los dos fogajes tributarios de 1543 y 1551 concedidos al emperador Carlos I en las cortes de Monzón; la relación del conde D. Martín de Gurrea y Aragón, de 27 de febrero de 1554, con motivo del pleito que mantuvo por la posesión del Condado de Ribagorza; el censo del Condado de 1549; la descripción anónima de los montes Pirineos, redactada por un espía de Felipe II en 1586, y el alfabeto de los lugares de Ribagorza redactada por Felipe Luis Piérrez, celador que fue del archivo condal de Benabarre, muy a finales del siglo XVI.
Todos coinciden en cuantificarle una única casa, mientras Las Colladas de Rolespé alcanzaba por aquellos tiempos dos casas.
Quedan ecos históricos de que perteneció en lo antiguo a la familia Bardaxí, cuando ésta tenía su feudo principal entorno a Campo, antes de trasladar su solar ribagorzano a Benasque.
Muy posiblemente donaron los Bardaxís el lugar al monasterio de San Victorián,como hicieron con algunas otras propiedades; o bien lo dieron al priorato de San Pedro de Tabernas, lo cual resulta la misma cosa, pues el antiguo monasterio de Tabernas fue agregado a San Victorián hacia 1076 por disposición del rey Sancho Ramirez. Lo que sí está bien documentado es que Alfonso III desde Teruel, el 25 de junio de 1289, concedía derechos a San Victorián sobre Rolaspé y algunos otros lugares del valle de Bardaxí. Esto lo trae Moner en su Historia de Ribagorza (el documento original de estos derechos, lo transcribiré al final).
Así, perteneció al monasterio de San Victorián, en su priorato de Campo, quien ostentaba la propiedad, el señorío, la jurisdicción alta y baja, el cobro de décimas, primicias, penas, calonías, pregueras, azofras, maravedí setenal (cuando el día de Navidad caía en viernes) y todo lo demás; parvo producto que ordinariamente se invertía en el sostenimiento de su pequeña iglesia. Pues San Victorián mantenía en Rolaspé capilla y pila bautismal, por lo que fue parroquia monacal que tenía agregado el lugar de Las Colladas.
Perteneció, por tanto, a la diócesis exenta "vere nullius" del monasterio, cuya autoridad espiritual suprema fue el propio abad, quien solo rendía cuentas ante Roma.
En los mencionados fogajes tributarios de 1543 y 1551 Rolespé, como feudo monacal, no pagó nada, pues todo el territorio de San Victorián se contabilizaba como una única casa. En cambio Las Colladas de Rolespé poseía entonces dos casas y ocho moradores a efectos tributarios y pagaron 32 sueldos. Esta situación se interrumpió en 1571 cuando, por bula papal, se recrea la diócesis de Barbastro con casi todas las parroquias monacales.
El obispo de Barbastro mantuvo cura en el propio Rolespé, parroquia que atendía también a Las Colladas; si el cura no vivía en la casa sempiterna de Rolespé, quiere decir esto que se construyó una segunda casa o abadía. Creo yo que el interés económico de los monjes en Rolespé estribaba en el paso de una cañada de ganado hacia el Pirineo y en la vecindad de las antiquísimas ferias de caballerías en San Pedro de Tabernas (más bien en el puente de Argoné), feria esta última que, como se sabe, se trasladó a Graus hacia el siglo XIII y fue la renombrada de San Miguel.
Años más tarde cuando se funda el pueblo de Campo, se le concede el derecho a feria, por ser los Bardaxí los propietarios del valle donde se ubica, además de formar parte de no menos de dos de las familias fundadoras.
Con los años el lugar de Las Colladas, mejor situado para la vida moderna, aumentó el vecindario, por lo cual el obispo de Barbastro decidió construir allí una iglesia y trasladar la parroquia, el cura, el cementerio y la pila bautismal que siempre habían permanecido en Rolespé, desde que fuera éste casa fortificada en lo antiguo, más apta para la defensa y a pesar de la vida árida, montaraz e incómoda que arrastraron sus antiquísimos moradores. La decisión del obispo se tomó hacia 1791 y motivó un ruidoso e inútil pleito levantado por el dueño de la casa de Rolespé, proceso que se guarda en el Archivo Diocesano de Zaragoza, Sección "Procesos", signatura "Barbastro A-lig 1º", con el título Proceso de Pedro Vilas contra el rector de Rolespé sobre la obligación de decir misa (230 x 315 mm).
El pleito se resume así: Pedro Vilas, "labrador, vecino y dueño de la casa de Rolespé", suplica al obispo revoque el decreto por el que permitía al cura celebrar dos misas los días de fiesta en Las Colladas y no subir a Rolespé, pues "la iglesia de Rolespé ha sido de tiempo inmemorial la única parroquia de dicho pueblo y Las Colladas, llevando siempre la denominación de Rector de Rolespé". El legajo explica que en 1618 se construyó la iglesia de Las Colladas y se le permitió al cura vivir allí, para más comodidad, aunque con la obligación de subir los festivos a decir misa a Rolespé. Asegura el procurador que los de Las Colladas "acudían a cumplir en Rolespé...a recibir los sacramentos y aún subían a enterrarse".
El cura se llevó a Las Colladas las jocalias, copón y campana de Rolespé. El informe dice que Rolespé ha contribuido con la décima de granos, legumbres, ganados y demás frutos al sostenimiento de la parroquia, y Las Colladas apenas con nada. Por lo cual Pedro Vilas solicita que el cura vuelva a vivir en Rolespé y mantenga la pila bautismal.
El cura responde con su propio informe al obispo, asegurando que una parroquia debe contar, al menos, con 10 casas. Como resultado, el obispo no accede a corregir la situación. Este es el proceso de decadencia de Rolespé, y de la pérdida de sus antiguas prerrogativas. Hacia 1845 Madoz, en su diccionario geográfico, estadístico e histórico, no dedica a Rolespé más que una línea lacónica: "Casa en la provincia de Huesca, partido judicial de Boltaña; corresponde a Las Colladas". Quedó abandonado el lugar en el masivo éxodo de los años 60 del siglo XX. En la segunda mitad de este siglo Mariano Tena de Graus y algún otro socio compran Rolespé, aunque lo visitan poco, y desde entonces puede decirse que el histórico Rolespé mantiene algo de vida, de memoria y de alma.
Transcribo el documento fechado en el año 1289, que habla sobre El Priorato de Valencia, y dice así:
Como hubiese reclamado don Bernardo, abad de San Victorián, el priorato de San Vicente de Valencia, que el rey don Alonso (Alfonso III de Aragón) había dado al abad de Poblet, y sometida la causa a jueces árbitros, hubiesen éstos declarado pertenecer dicho priorato al monasterio de San Victorián, el referido rey don Alonso, en Teruel, a VII de las kalendas de junio de MCCLXXXVIIII, testigos don Gastón, vizconde de Bearne; don Pedro señor de Ayerbe; Arnaldo de Alaón; Gimeno de Urrea y Ramón de Cervera (para que el monasterio de Poblet no quedara defraudado de su donación) dio en recompensa a dicho abad de San Victorián, para sí y sus sucesores, un censo anual que percibía en Huesca de cien morabetines alfonsinos de oro, la iglesia de San Salvador y los baños de dicha ciudad, prohibiendo construir otros en ella, las villas de Ciresa y Espuña, el lugar de Araost, que ya le había dado su padre cuando no era más que prior de San Vicente de Valencia, y el valle de Bardaxí y la villa de Rolespé con otros bienes y privilegios y libertades, confirmando a su dignidad el honor de capellán real que le había dado Ramiro I y vinculado a ella el título de visitador de todas las capillas reales, con la corrección en ellas por estas palabras: "Item volumus et concedimus vobis quod vos, dilectus abbas et successores vestro abbates dicti monasterii Sancti Victoriani sittis semper capellani mei et successorum nostrorum et visitatores capellas nostrarum et habeatis correctionis...mandamus etiam universsis capellanis capellas nostras tenentibus quod teneant et habeant vos dictum abbatem pro capellano nostro et in visitationibus et correctionibus quod vobis faciant et obediant ut tenetur".